viernes, 27 de agosto de 2010

Mi Musa (II)

Episodio 2

Un grito hizo temblar el filo de la noche y el Poeta se cortó con él. Sus gotas de sangre marcaban el camino que llevaba a su cuna, donde su madre le esperaba. Con varios billetes le fue limpiando cada una de sus manchas y le juró que nunca se lo diría a nadie. Hacía bien en ocultarlo porque así ella podía librarse del marido que nunca mató pero del que heredó mucho dinero, dejando a su hijo adicto a una droga que siempre le ayudaría. La sociedad enmudeció al enterarse de la noticia, apenada por el adolescente que asesinó accidentalmente a su padre con el cuchillo que reflejaba el rostro orgulloso de su madre.

- Una vez creí haber encontrado una Musa llamada Libertad ¿sabes? Era muy hermosa y siempre estaba pensando en ella; la amaba más profundamente que los jadeos y convulsiones del sucio sexo. No tenía ojos para coquetear o prometer, pero lo veía todo con una sabiduría mágicamente equilibrada. No odiaba ni anhelaba, era libre de las trampas de la alegría y el dolor; lo que más me gustaba de ella era la pureza de su desdén, cómo no me respetaba ni me temía. Fue la primera vez que amé hasta que me convertí en su esclavo y me di cuenta de que Libertad había cambiado. Durante un tiempo fui muy feliz con ella pero finalmente pude comprobar que mi única Libertad era la de pasar hambre y morir.

- Todo esa historia me parece muy triste pero veo que ya no te acuerdas de lo que pasó después de convertirme en tu Musa. ¡Qué impacto produjo tu poema entre la sociedad bohemia! Todos esos adictos querían conocer a la chica que habías diseccionado con tu pluma, plasmar en un cuadro aquel cuerpo que consideraban perfecto, recorrer con su lengua cada llaga y cicatriz que mostraste al mundo. Yo me negué a cualquier reconocimiento e iba detrás de ti para que nadie me viera, como si fuera tu sombra. Entre café y café nocturno, la oscuridad era el mejor ambiente en el que te desenvolvías y todo el mundo sabe que la noche es una única sombra...

- Es cierto que me hice muy famoso entre los artistas y fui invitado a numerosas reuniones. Comentábamos el arte del momento, todos esos cambios políticos en Europa y lo maravilloso que era el sopor que provocaba el opio. Muchos de mis amigos lo utilizaban para viajar al mundo trascendental y encontrar las sinestesias que reproducían en sus poemas. Así me enteré de la música añil del violonchelo, el olor del perfume fresco como la piel de los niños, las lágrimas férreas de la mañana, el cristal purpúreo de la muerte... Todo ello me envolvió en su halo divino, me sentía como un dios que no quería despertarse de ese mundo de Musas. Fue en ese momento cuando me abandoné a la escritura automática y llené hojas y hojas de manchas que después aparecían en mis sueños. Cogía mi lápiz afilado en cualquier clavo de la mesa y lo situaba encima del papel, abandonando mi mano a mí subconsciente para que bailara frenéticamente sobre la cuartilla. Podía sentir que tenía vida propia, una energía que la liberaba y que la empujaba a esbozar manchas humanas, sombras que después me seguían por todos lados.

- Recuerdo bien cómo te sentías al despertarte. No recordabas nada de lo que había pasado y al ver lo que tu mano había escrito te entraba el miedo y la locura, prendiendo fuego rápidamente al papel. No podías apartar tu mirada de la llama, como si supieras que estabas reduciendo a cenizas las claves de tu vida, y sólo conseguías salir del trance al oler la carne quemada, llevándote los dedos a la boca como si fueras un bebé salido del infierno.

jueves, 26 de agosto de 2010

Mi Musa (I)

Episodio 1


La oscuridad ya se cernía en la ciudad cuando ésta empezaba a iluminarse. Las gentes prendían fuego a su dinero y lo entregaban a los troncos putrefactos para que éstos les dieran calor (las chimeneas escupían sudor y lágrimas a la noche) cuando la Musa se sentó en el sofá raído y rozado por cuerpos carcomidos de miseria.

- Acabas de llegar y ya estás cansada. Siempre has sido una floja, mi Musa. ¿Te acuerdas cuando te conocí? Ibas andando con tus compañeras y una a una te fueron dejando sola para juntarse con otros de más provecho y yo salí a tu paso. ¡Menudo susto me llevé cuando me escupiste a la cara y me dijiste que esa noche no estabas libre! Yo te contesté que sólo quería hablar, expulsar todo mi resentimiento contra el mundo y que para ello no tenías por qué desnudarte.

- Y yo enseguida acepté tus mil francos y subimos a la pensión. Pero date prisa y termina tu historia, tengo frío y no sé cuánto aguantaré en esta maldita habitación.

- La paciencia nunca ha sido tu fuerte pero esa noche demostraste lo contrario y escuchaste todo lo que yo tosía, interrumpiéndome sólo para que te pasara mi pipa de hachís. Mis únicos recuerdos antes de volverme adicto a esa bendita droga eran los gritos de mi padre diciéndome que la vida bohemia me traería problemas, que de ella nada bueno se sacaba. ¡Si me hubiera visto la sonrisa cortada de esa noche y mis dedos llenos de esa hierba se habría tirado al suelo para lamérmelos! Y así fue como te enteraste de todo lo que volvía loca mi mente, de cómo llevaba años buscando una Musa a la que dedicarle uno de mis poemas o, mejor dicho, mi primer poema. Todos mis compañeros tenían a sus Musas, una para cada estación del año y cama sin somier, mientras yo manoseaba a todas y ninguna se pegaba a mí.

- Entonces fue cuando te echaste a llorar ¿no? Nunca en mi vida me reí tanto como esa noche, cuando un loco aprendiz de poeta me convirtió en su Musa. Sentí lástima de ti y me ofrecí para que me compusieras lo más bello que surgiera de tus manos mugrientas. Y así fue como cogiste lápiz y papel mientras yo me desnudaba, y comenzaste a describir todas mis cicatrices, mis llagas, mis desgarros, mi labio partido en dos, mi mirada desviada hacia la oscuridad, mis pezones amputados... Y cuando leí lo que habías escrito entre calada y calada volvieron a mi mente todos esos recuerdos. ¡ Sentí cómo quemaban con el cigarro mi cara, grité al filo de la navaja que seccionaba mis pechos, tragué el whisky que escocía la mordedura que partió mis labios! ¿Y todo para qué?

- Para que pudiera escribir mi primer poema, querida Musa. Esa noche fue la más feliz de mi vida porque pude saber de lo que era capaz. Yo también sentí como la sangre manchaba mis manos y se mezclaba con el whisky en mi garganta pero el hachís me inspiró que debía describir tu cuerpo. Encarnabas todo el ambiente que nos rodeaba a los bohemios, formabas parte de nuestras compañías nocturnas, la miseria y olor a muerte de nuestra sociedad. Porque tú olías a incienso, ¿sabes? Como cada vez que iba a un entierro de algún compañero o lavaba la pipa de hachís en cualquier pila con agua bendita, ese olor siempre estaba allí, recordándome lo que era. El dinero que no tenía, los jirones de ropa que iba dejando en cada cama, los mendrugos de pan que robaba de la boca de los perros; todo eso olía a incienso. No podía dejarte escapar y me hice tu dueño, metiendo en cada poro de tu piel los mil francos que te había prometido, clavándotelos para que al sacártelos recordaras al hombre que te hizo su Musa.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Dejé de ser yo para convertirme en ellos (V- final)

Episodio 5 (final)

Al principio de todo existió la Nada. Antes de la vida existió la Nada. Después de mí volverá a existir la Nada. Veo como se acerca mi último primer momento y la Nada se cierne sobre mí. Todo lo que fui y soy desaparece bajo mi mirada y no puedo evitarlo. Es triste ver como una vida como la mía o la de cualquier otro se destruye en un breve tiempo sin que la impotencia de uno mismo lo frene. Es inútil la ira en estos casos pues lo único que hace es sumarle al proceso dolor. Y la única manera de vencer a la Nada y dejar de sufrir es la primera muerte. Ella llega cuando menos te lo esperas para arrebatarte todo lo que has conseguido y castigarte por tus errores. Lo pasado vuelve para enfrentarte a tu destino y enseñarte lo que en realidad eres: un cúmulo de errores. En ese momento es cuando de verdad te reconoces y tomas las riendas de tu destino. En mitad de tu vida es cuando comienzas a vivir. Lo anterior ha sido una preparación para lo que serás. Cada día te vas dando cuenta de que ya no eres tú, poco a poco vas perdiendo todo tu ser y el sufrimiento por dejar de existir te inunda. Lo que pocos saben es que ese momento no es tan doloroso gracias a la felicidad que se siente al superarlo. Todo el mundo, cada uno a su tiempo, debe pasar ese juicio donde demuestras si de verdad quieres seguir viviendo. La segunda vida es la verdadera y la que recordarán nuestros seres queridos cuando nos hayamos elevado. Yo he vivido ese momento y creí no volver a ser yo para convertirme en “ellos". Mi conciencia salió de mi cuerpo y no respondía a ningún estímulo. Mucho sufristeis los que ahora me escucháis y yo lo hice con vosotros pero mi desarrollo era más importante. Mi despertar se aproxima y no recordaré nada, pero mi alma descansará en paz estando viva. He llegado al equilibrio y estoy dispuesto a afrontar una Nueva Vida.
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El sujeto ya ha recuperado toda la conciencia y descansa en su casa. De sus conversaciones he podido llegar a la conclusión de que nos encontramos ante alguien muy especial. Al principio pensé que se identificaba con los personajes que hablaban por su boca y solamente era él disfrazado de niño ciego, bailarina, poeta alérgico o mesías. De sus datos biográficos se deducía que era un ser solitario y sumido en su imaginación, pero con una relación afable con el mundo real. Esto concordaba con la personalidad de los personajes, todos ellos irrealizados y con un cierto odio contra el mundo, como si no pertenecieran a él y su vida fuera tangencial a la de los demás. El diagnóstico médico sería claro: desequilibrio mental con posibilidad de internamiento. Estaba equivocado. Después de las pruebas realizadas a las libretas que la madre del sujeto me proporcionó he podido leer su contenido borrado y la verdad se ha presentado como la más visible de las evidencias. El chico escribía desde pequeño todos sus pensamientos en las libretas pero al final acabó borrando todo. Mi experiencia me lleva a adoptar una teoría que explique la situación. Como dijo su madre, la imaginación del chico le hacía escribir todo el día historias y personajes que él mismo creaba. La personalidad algo ególatra y elitista del sujeto le hizo pensar que nadie comprendería su arte y esto, sumado a la apatía que la madre demostraba por las lecturas de su hijo, le hizo encerrarse en sí mismo. Interiorizó todos sus personajes e historias y sólo creaba para él mismo, sin escribir nada en las libretas que cualquier persona podría leer. Al final llegó un momento en el cual no pudo retener más su creación y terminó entrando en un estado alterado de la conciencia que le hizo representar a sus personajes en forma de, a veces, incomprensibles monólogos. La personalidad única y poco estudiada del chico se manifiesta en los temas sobre los que imagina, impropios de su joven edad. En futuras conversaciones intentaré descubrir la elección de los personajes y esos sentimientos de resentimiento contra el mundo. Por último, supongo que quien estaba hablando en el último monólogo era él mismo, como una forma de volver a su propio ser y salir de ese estado alterado. Su teoría, con una base filosófica -o solamente imaginativa-, me interesa mucho y quisiera saber cómo ha llegado a tales conclusiones.

martes, 24 de agosto de 2010

Dejé de ser yo para convertirme en ellos (IV)

Episodio 4

Voy a contarte un secreto...¡Achísss! Perdón. Lo que quería decir es que soy un poeta alérgico. Puede sonar raro pero así es. Todos mis compañeros hablan de la belleza de la naturaleza y de lo que les inspira; pues bien, a mí me inspira todo lo contrario que a los demás y no puedo evitarlo. ¡Achísss! Para cualquier persona puede parecer una tontería pero a mí es algo que me limita mucho a la hora de componer. Me he leído muchas antologías de los grandes poetas y todos utilizan la naturaleza para expresar sus estados de ánimo o para exaltar la belleza de una mujer. Yo, en cambio, como mucho puedo decir que la flor es bella si ya está seca o que estoy tan contento como un ramo de plástico. He intentado miles de veces dar paseos por el campo para buscar la inspiración pero no puedo estar mucho tiempo pues me pongo muy malito. ¡Achísss! Es cierto que soy un poeta de éxito y la gente alaba mi trabajo pero no me siento realizado. Los críticos o cantantes que musicalizan mis poemas me dicen que son muy originales y que rompen las reglas pero yo no quiero eso. A mí me gustaría pasar a la posteridad como un romántico que amaba la naturaleza y no que la odiaba. ¿Por qué tengo que ser diferente? ¿Cómo puedo hablar de la naturaleza sin insultarla? Después de mucho pensar he llegado a la conclusión de que mis poemas hablan sobre la naturaleza muerta. Así como en las lápidas de grandes personajes, ilustres o no, se exaltan las virtudes del muerto, yo lo hago con la naturaleza pero al revés. Puede parecer algo revolucionario y malvado pero ¿por qué hay que hablar o escribir bien de un muerto si no fue así? Yo lo que hago es coger las defectos de la naturaleza y hacer poemas. Esta idea es la única que se me ocurre para explicar lo que escribo y quedarme tranquilo. Antes no sabía a qué vertiente poética pertenecía pero ahora sé que lo que he hecho es crear una nueva temática de la que yo soy su máximo y único miembro.

     Parece que va mejorando, ¿verdad? Sí, mi pobre es alérgico desde que era pequeño y el campo ni pisarlo. Pues claro, por eso le digo que está volviendo a ser él. Es cierto que suena muy oscuro pero si para él es más bonita la naturaleza muerta... No, ya se lo dije. ¿Es necesario? Como se entere me mata. Tiene razón, si eso le ayuda se las enseñaré. Un momento. Aquí las tiene, ordenadas según la antigüedad. Ahora mismo estoy recordando cuando salíamos a la calle y habría su libreta... Todas las semanas le tenía que comprar una goma y un lápiz pero la libreta le duraba mucho. ¿Cómo que están en blanco? Déjeme ver. ¡Es cierto! Creía que conocía todo sobre mi hijo y no es así. Yo también me he dado cuenta de que algunas hojas están borradas. Me pregunto qué escribiría en ellas...Sí, sí. Si cree que puede averiguar algo se las puede llevar pero tenga mucha cuidado con ellas. Sus ojos ya están empezando a brillar un poquito y no tiene la cara de loco de antes. Espero que acabe pronto su sufrimiento. ¿Por qué tiembla tanto? ¡Estoy a tu lado, cariño!

lunes, 23 de agosto de 2010

Dejé de ser yo para convertirme en ellos (III)

Episodio 3

Gira la llavecita antes de abrir la caja, por favor. Gracias. No te asustes por lo que se mueve al levantar la tapa, sólo hago mi trabajo. Ser bailarina dentro de una caja de madera no es tan fácil como crees: tienes que estar siempre disponible porque a cualquier hora puede venir una niña o una viejecita a hacerte bailar. Cuando más disfruto es en la oscuridad, cuando me dejan tranquila. Así puedo reflexionar sobre el mundo que me rodea y sus personas; gentes de toda condición han disfrutado conmigo y siempre he aprendido algo con ellos: mi vida y las suyas no son muy distintas. Mi cajita fue en un principio la envidia de la corte y los artesanos me revistieron con las más bellas piedras preciosas. Ahora, y después de muchos años, estoy bailando en una humilde casita y por la ventana puedo ver la ropa tendida a la brisa de la mañana ondeando como banderas de nadie, mientras mi dueño barniza la apolillada madera. Al igual que yo las personas pueden vivir en lo más alto y quemarse con la luz del éxito, pero la luz se apagará y al mirar hacia atrás se darán cuenta de que será una larga caída. Mi baile maravilla a todo el mundo y se relajan con los delicados movimientos que realizo pero no saben que todo está programado. También tengo que está siempre recta y con los brazos en jarra para mantener las apariencias y a veces me canso, pero una muñeca de porcelana tan chiquita no puede quejarse. ¡Me encantaría bailar al son de mi propia música pero este resorte me lo impide! Estoy atada para siempre a danzar según lo establecido y sería inútil rebelarme; para qué si el mundo funciona bien así ¿no? Otras como yo y como el que me hace bailar piensan lo mismo y no dudan en alzar la voz para que ¡todo el mundo se entere! pero luego qué pasa, ¿ha cambiado algo desde que alguien dijo Yo No? La respuesta, sin ninguna duda, es sí pero si el cambio favorece o no, lo siento, pero no lo tengo tan claro...

     ¡Cada vez está peor! No, no tiene fiebre, pero esos delirios... ¿Qué sabe mi hijo de esas cosas que habla? Son problemas de mayores y no le tienen ni que pasar por la cabeza. ¡Me tuve que dar cuenta antes! Esos libros tan gordos y de esos autores con nombres tan raros no debían ser buenos. Tenía que haber leído cuentos como cualquier niño y ver la televisión más; crecer como cualquier persona de su edad, hablando claro. ¡Se  volvió loco con los libros como el Quijote! ¿Cómo que estoy equivocada? No me negará que esas cosas que dice son normales... Sí, es cierto que antes le he dicho que era muy maduro pero... Yo intento comprender a mi hijo pero no puedo. ¿Qué va a saber un niño como él de los problemas del mundo? Esas son tonterías que a la gente de la calle ni le van ni le vienen. ¡Ya sé que nosotros también pertenecemos al mundo, faltaría más! Lo que intento decirle es que ya tendrá tiempo de pensar en esas cosas cuando sea mayor y sino véalo como está ahora. Bueno... alguna vez, pero reñirle nunca. Él elegía sus libros o se los recomendaba su profesora pero yo no me metía en nada. A veces empezaba a decirme de qué iban pero yo tengo muchas cosas que hacer. Le decía que me lo contara después pero nunca lo hacía. ¡Otra vez no! ¡¿Cuándo se terminará esto!?

domingo, 22 de agosto de 2010

Dejé de ser yo para convertirme en ellos (II)


Episodio 2

Toda mi vida ha sido siempre así y he vivido sin saber dónde vivía. No sé diferenciar lo real de lo imaginario porque simplemente no he conocido ninguna de las dos cosas. Según los médicos y todo el mundo que oigo, huelo y toco, nací siendo ciego. Será verdad, pero yo siempre contesto que puede ser que simplemente no aprendí a ver. Nadie todavía me ha podido decir cómo es el lugar donde pasamos nueve meses antes de nacer y será porque nadie lo ha podido ver. Nacemos ciegos y las primeras luces nos iluminan la mirada; según mi madre, yo nací un día muy nuboso y no aprendí a ver.  Otros asuntos que me preocupan y que la gente habla con total normalidad sobre ellos son los sueños. En cualquier sitio donde esté, ya sea el colegio, una cafetería o mi propia casa, siempre hay alguien contando el sueño que tuvo la última noche. Por poner un ejemplo: voy por un camino estrecho y pedregoso y al final me encuentro con una encrucijada. Según toda la gente, que es muy experta en estos temas, el sueño quiere decir que vas a tener que elegir entre varias opciones. A mí estas conversaciones me entretienen pero a la vez me agobian mucho pues yo no sé o simplemente no puedo soñar. Para alguien como yo que jamás ha visto nada y no conoce el mundo es imposible soñar como las demás personas. ¡Yo no puedo soñarme con un camino ni con sus malditas piedras porque simplemente  no sé qué son! Por la noche cierro los ojos y es verdad que en mi cabeza surgen ”cosas” que a veces me gustan y otras me asustan. “Pero, ¿qué son? Colores, olores, figuras, sonidos...”, me pregunta la gente. Mi respuesta es sí y no. Para ti puede ser una luna o un hombre vestido de azul, pero yo no lo puedo explicar. Al final, lo único que digo es que estoy vivo y puedo sentir; lo puedes llamar como quieras si así te sientes más tranquilo pero para mí esa sensación nunca cambiará.

     ¿Lo ve? Era lo que hace un momento intentaba decirle: hace dos horas que se le entiende lo que habla y eso es lo preocupante. ¡Mi hijo ya no es él! Parece que otras personas se han apoderado de él y hablan por su boca. Le entiendo pero estoy tan asombrada como usted. ¡Pues claro que mi hijo no es ciego! Hasta la voz que le salía no era suya. ¿Antes de que viniera usted? Pues ha sido un cantautor sin guitarra y un rey sin corona ni reino. Vamos, que mi hijo se ha vuelto loco y tiene múltiples personalidades ¿no? Puede estar seguro de que mi niño era muy feliz antes de que le pasara esto y nunca ha dado problemas. Amigos tenía poquitos, la verdad, porque prefería dar paseos solo y con su imaginación “dar vida a sus hombrecitos”, decía él mismo con una gran sonrisa. Mi hijo se hablaba con todo el mundo y los vecinos le querían muchísimo.  ¿Solo? No, que yo sepa. ¡Mírelo! ¡Se acaba de levantar y ha puesto sus brazos en jarra! ¡Dios mío, ayúdalo!

sábado, 21 de agosto de 2010

Dejé de ser yo para convertirme en ellos (I)

Episodio I

Pase, pase. Ahí lo tiene, sentado en esa silla desde ayer. Vale, intentaré recordarlo todo. Cuando llegó del instituto comió muy tranquilo pero no dijo ni una palabra. Yo le preguntaba si le pasaba algo pero él solo me miraba y seguía comiendo. Después se metió en su habitación y hasta ahora. ¡Pues claro que me asusté! Entré para ver cómo estaba y me lo encuentro así. Sus ojitos apagados y vidriosos, sin el brillo de su edad, miraban a algún punto en la pared. Pero lo que de verdad me desconcertó fueron sus labios: se movían rápidamente gesticulando sonidos que no podía escuchar, ni siquiera acercándome tanto a él que podía sentir hasta sus intensos y acelerados latidos. Lo primero que pensé fue que mi hijo era un esquizofrénico de esos, que se había vuelto loco. Yo había conocido algunos casos en el hospital donde trabajaba y siempre me asustaba el estar a solas con ellos. Ya sé que estaban medicados y no me podían hacer nada pero a veces hablaban con alguien o se asustaban de insectos que sólo existían en su cabeza. ¡Póngase en mi lugar y deje de anotar en esa maldita libreta! ¿Cómo se sentiría al ver que su hijo habla con alguien que usted no puede ver y que por más que le grites no te hace ningún caso? Gracias por el pañuelo, pero sólo el llorar me tranquiliza. Pues mi niño era muy normal, con mucha imaginación debo añadir. Desde muy pequeñito le gustaba inventarse historias con los muñecos y así pasar las horas y las horas. Cuando aprendió a escribir siempre llevaba una libretita, más pequeña que la suya, y escribía en ella todo lo que se le ocurría. Bueno, eso creo, porque nunca me dejó leerla. Jamás se presentó a ningún concurso y mire que le animé todo lo que pude, pero él nada. Decía que sus escritos eran parte de él y publicarlos sería venderse él mismo. Siempre había sido muy maduro y yo me sorprendía al escucharle pero esa fuerte personalidad era lo que le hacía especial. Fíjese, veo tan mal a mi hijo que hablo de él en pasado, como si nunca volviera a ser el mismo. Como le pase algo jamás me lo perdonaré. ¡Hijo, por favor, dime algo! ¡Déjame saber que todavía eres tú! ¿Que dónde están sus libretas? Pues guardadas en su armario, pero una vez le juré que nunca las leería y así será. Qué descortés he sido, ¿le apetece tomar algo? Me decidí a llamarle esta mañana, cuando vi su anuncio en la revista. Aunque me cueste aceptarlo, mi hijo tiene un problema y sólo usted puede ayudarlo a salir de él. Todavía no ha dicho nada pero es que desde hace dos horas...Shh. ¡Escuche atento!

Ojos verdes...

“El color de sus ojos verdes hace que puedas ver el mar. Eso te enamoró de ella. La buscas entre la  multitud y sólo consigues hundirte en el pozo de la desesperación. El accidente se ha cobrado muchas víctimas y piensas lo peor. Llegas al final del pasillo y allí la ves, sentada, intentando secarse las lágrimas. Ya estás más tranquilo; el mar no se ha secado. Te acercas con pasos silenciosos y te sientas a su lado. Recuerdas los últimos instantes en el barco, antes del accidente. Tus ojos han robado el color al mar, le dijiste. Cásate conmigo, te contestó. Os besasteis y probaste la sal de su boca. Ahora ella recuerda lo mismo y se pasa un dedo por sus labios, intentando retener el momento. Pasas tu mano por su cabello y le acaricias la mejilla. Siente un escalofrío, mira de reojo y vuelve a llorar. Tienes que irte; a los muertos nadie os espera, sólo os recuerdan. Sabes que ella estará bien, náufraga en su propio mar. Tu alma perdida se monta en la última barca y cruzas el horizonte. Miras atrás y sólo ves el mar”

El Dios pintor

“Un día paseaba por la playa cuando vi un caballete anclado en la arena y un señor vestido de blanco intentando pintar. Parece ser que tiene una crisis artística, le dije. No soy pintor, contestó él, sólo un dios novato que quiere crear su primer universo. He venido a la Tierra para coger ideas de cómo puede ser mi primer planeta pero no me está gustando lo que veo, me explicó. Mi planeta tiene cosas muy bellas, ¿por qué no le gusta lo que ve?, le pregunté extrañado. Es cierto que tenéis bosques frondosos, animales exóticos, mares inmensos...pero luego estáis los humanos, confesó el dios. Yo no quiero que en mi planeta una especie domine a las demás y que la mitad de ésta se encuentre por encima de la otra mitad. Pero los hombres creamos cosas útiles, adoramos la belleza y amamos a nuestros hijos, le repliqué. Es cierto, sólo pensáis en vosotros mismos pero no agradecéis nada, contestó. Ya he decidido qué hacer: dejaré el cuadro en blanco y cada uno que construya su propio universo. Para qué molestarse en crear algo si después vendréis los humanos a cambiarlo todo a vuestro antojo y destruir mi creación...”

Lorca era la misma pena cantando detrás de una sonrisa (Juan Breva)